El Sindrome de Marroquín, o el solipsismo Santafereño.
Menos mal que no me tocó vivir
una guerra nacionalista, porque me hubieran fusilado por desertor. Opino que la
tierra no debería ser de nadie, ni siquiera de las naciones, menos aún de la
humanidad. Entiendo que eso es utopismo-anarquismo onanista de puro perdedor,
luego no insisto, solo menciono esa opinión para aclarar hasta que punto me
debería sentir desvinculado emocionalmente del asunto de fronteras humanas
entre Colombia y Nicaragua. Pero el asunto de San Andrés tiene aristas
irresistibles para mí. En la TV un pescador negro luterano dice en pesado
español: “Para qué sirve un pescador con un monte y sin mar?”
Y tengo estos dos mapas tomados del Internet.
El primero muestra todo lo que
era la GranColombia que nos dejó Bolívar. Y es inevitable comparar cómo se
atomizó el control total de la Orinoquia y el de casi un veinte por ciento de la selva
amazónica. Cómo se perdió una unidad política entre el Canal de Panamá, y los
altiplanos ecuatorianos. Por más de cuatro mil
kilómetros toda la costa continental del Caribe desde Nicaragua hasta Guayana estaba unificada .
Pero el mapa adolece de miopía,
solo ve un pedazo de la realidad. Ignora completamente el Caribe Oriental, no aparece la Costa de Mosquitia (léase Nicaragua), y ni
se menciona a San Andrés.
Este mapa es un compendio de lo
que yo denomino El Sindrome de Marroquín o el Solipsismo Santafereño.
El presidente Marroquín parece
que dijo en alguna ocasión que Colombia debería estarle agradecida porque a él
le entregaron un estado, y él entregaba dos. Sal en la herida, frivolidad como
una bofetada.
El segundo mapa explica cómo Arnold Toynbee
comentaba que una prueba de la competencia histórica dela aristocracia inglesa
era su visión geopolítica.
Las sucesivas monarquías inglesas
durante ocho siglos han luchado por evitar que alguien ejerza hegemonía
política sobre el litoral atlántico, y mantener así libre la navegación por sus
grandes ríos y estrechos. Y los tratados internacionales más antiguos de Europa
occidental son los celebrados por los ingleses con portugueses y noruegos, dos
pequeños pueblos en los dos flancos del Atlántico. Por esa política han ido a
la guerra varias veces desde 1300, cuando el Príncipe Negro fue enviado por el
Rey de Inglaterra para ayudar a los portugueses contra los árabes. La última
vez fue en 1940 contra los nazis. Y esa
política ha durado tanto porque entiende, y explota las ventajas naturales de los ingleses, y toda la población la comparte.
Una visión de esa escala fue el sueño de la Gran Colombia. Ningún estado sucesor de esa empresa ha podido generar nuevamente esa escala de visión. Y en Colombia, uno de los estados sucesores, el centralismo político nos ha llevado a
una especie de solipsismo geográfico. Miremos el primer mapa: Estamos
desgarrados entre horizontes disparejos, entre paisajes desconectados.
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