Todavìa no entiendo mucho la diferencia entre fans y Querido Diario. Talvez eso explica todo. Un tipo que a los 60 todavìa no entiende muy bien las diferencias entre el narcicismo de un diario y los fans de un rockero hirsuto. En fin, las confesiones que viene uno a hacer!
Pero, bueno, temas: Primero, el tema eterno de ver algo en la ciudad, y el irresistible deseo de dibujar su alternativa. Es màs difìcil de lo que creìa. Puede ser porque no soy tan buen arquitecto como quisiera, o por simple falta de pràctica. Ya lo averiguaremos.
El tema esta vez es la plazoleta de Transmilenio en la calle 76 con avenida Caracas. Nunca pensè que en Bogotà volverìa a ver arquitectura pùblica tan fea. Pero el mandato de Samuel del Polo es melancólico por muchos otros aspectos. El dibujo no me ha quedado tan bueno, pero ya lo mejoraré para sus ojitos (los de Uds., mis fans innombrables como las arenas del desierto).
Pero la idea del dibujo es mostrar la plazoleta como espacio congestionado de negocios, oportunidades y eventualidades. Generador de ingresos, propiciador de encuentros, de nuevas formas de interactura y usar. Todo menos un espacio aséptico como a los que ahora nos condenan los aprendices de brujo del Taller del Espacio Pùblico.
Hay obras que sen mejor en obra negra que acabadas. Así como a uno le sorprende la fuerza de algunos bocetos de cuadros famosos, que se ven mejores que los cuadros acabados, creo que hay edificios condenados a ser comme il faut a los cuales la obra negra les presta por un momento la originalidad de la cual nunca gozarán. Miren el edificio del futuro Hilton
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